viernes, 8 de enero de 2010

La brújula

El tenía una brujula muy buena. No solo le mostraba el norte, si no también me daba muchas indicaciones útiles como la hora local, la posición, la temperatura y noticias muy importantes sobre el lugar donde me encontraba. Era perfecta, no usaba baterías porque se recargaba con energia cinética y funcionaba muy bien para cualquier persona que necesitaba direcciones. Esa brújula era su guía y nunca se despegaba de ella.

Un día, llegó a un pueblo rodeado de bosques. Era un pueblo muy bonito, del cual había oído hablar cuando vivía en la ciudad. El pueblo tenía la fama de ser muy organizado y bueno. Todo corría a la perfección y su gente sabía lo valioso que era. El pueblo era el sitio ideal para vivir.


Sacó su brújula y la consultó. Las lecturas eran positivas, el clima agradable y las noticias no mostraban problemas. Tampoco habían muchas noticias, por lo que el pueblo parecía tranquilo. Él decidió que sería perfecto para vivir, pero sólo mientras acabe su libro.

Cuando se estableció, la gente lo recibió amablemente. La promesa de una vida tranquila y mejor se veía clarísima. La brújula quizá no era tan necesaria en un sitio así.

Así que decidió guardarla. Pesaba mucho y parecía incómoda. La brújula permaeció guardada por un tiempo. El tiempo pasaba y todo era bueno, pero empezaron las discuciones con la dueña del hotel. Tal vez es temporal, a todos nos pasa, penso, así que decidió seguir con su vida.

El cuarto donde se hospedaba era cómodo pero el no podía personalizarlo a su gusto. De hecho, la dueña lo decoró a su estilo y no permitía bajo ningún motivo que nadie lo toque, aún así esa persona se quedara por un largo tiempo. No es problema, puedo vivir así, penso el.

La vida seguía transcurriendo y el nunca podía escribir. La dueña no lo dejaba en paz con sus inspecciones al cuarto, como si buscara la brújula, revolvía todo. Ella decía que sólo revisaba que todo estuviera bien, que el bienestar de sus huéspedes era lo primero. Pero en realidad parecía buscar ese maldito aparato.

Un día cuando descansaba en la plaza un tipo se le acercó: "Ten cuidado hijo, ese hotel es peligroso, se dice que la gente que entra no sale igual, como si hubieran perdido algo muy valioso". Salen como perdidos, errantes. Los pude ver en el mercado, gente que a todas luces son extranjeros pero que al no saber que hacer, se han quedado vendiendo frutas, verduras o hasta repartiendo cosas a las casas. Todos trabajos muy nobles, pero esas personas tienen ese brillo casi apagado en los ojos de ser alguien mas, pero que no lo saben.

Decidí ir por la brújula, pero no la encontré. Desesperado, busqué a la dueña. En su lugar estaba un señor, bajo y de mediana edad. El me avisó que la señora había viajado a visitar a algún familiar y que no volvería. No sabía nada sobre una brújula y que si algo se perdió el lo busaría inmediatamente. Parecía un buen tipo.

Algunas cosas comenzaron a fallar en el hotel. Las tuberías se rompían y la madera se picaba, y el decidió ayudar al dueño, haciendo algunas reparaciones y limpiando donde se podía. Aprovechó para redecorar la habitación ahora que la dueña se había marchado y el señor le dijo que sí, pero que apenas terminen de reparar las tuberías.

Las reparaciones duraron mucho tiempo, mas tiempo del estimado, como si se rompieran las cosas a propósito. Sin su brújula el había perdido la noción del tiempo, no sabía cuánto tiempo había pasado. Un mes, 2 años, parecía como si estuviera toda una vida en el hotel del pueblo aparentemente fantástico. Sin su brújula, se sentía perdido.

Ha ido a la estación de buses a veces, para tomar alguno e irse del maldito pueblo. Pero siempre había un pero, que no tenia la ropa lista en la maleta, que qué haría en el otro lugar. Nada tenía sentido sin su preciada brújula. Alguien le dijo que podía conseguirse otra, que las brújulas se conseguían en el pueblo siguiente, donde el horizonte era amplio y las posibilidades muchas.

Parecía tan grande, de terror. Su vida actual era segura y lo mantenía ocupado. Estaba perdiendo la emoción de la nueva empresa. Tal vez, vaya por su brújula. El tiempo lo dirá.