miércoles, 18 de agosto de 2010

La Chela helada

No sé como catalogar este día. Ha sido realmente amargo. Mis labios siguen partidos del viaje a Huaraz, viaje que aún me deja recuerdos -tengo que llenar un burocrático pero necesario reporte de gastos- y me recuerda además que en los viajes anteriores no hice reporte de gastos. Buscar en los archivos... creo que los pagué con mi plata. Oh diablos, qué importa, igual me hubiera gustado ir a esos lugares. Una relación complicada, deudas, una camisa desperdiciada y sobre todo un clima horrible que ni alegra.

Me siento bastante incómodo, no estoy muy seguro de por qué. debe ser que el perfume a vainilla no combina con la sensación a amargura. Las pastillas no me ayudan. Tanto complejo B, vitaminas C, D, XYZ, no parecen causar efectos dramáticos. Ya he oido el primer comentario código amarillo: "A veces eres taan despistado". Caramba...

Ese detalle me puso en alerta. Tengo que enfocarme en una cosa, aunque tenga que mandar al garete todo lo demás. Me faltan horas en el día, por el momento. Si algo voy a sacar de esta aventura es experiencia, al corto plazo.

Así que aquí estoy, 8:30 pm, sentado frente a la computadora preguntándome que diablos voy a hacer (he pagado una certificación muy importante) porque el día se está poniendo malo. El horizonte se pinta peor, con un par de tareas que no serán agradables sin las herramientas correctas. Hasta un incidente relacionado con una gaseosa que no debí convidar aporta mas amargura. Es mas, estoy escribiendo de forma cortada y sin orden o sensatez.

Necesito una chela helada urgente. URGENTE. Y un robot que me diga qué hacer, o por lo menos una vocecilla en mi cabeza, pero que no sea Dios quien la interprete.